Enemigos Silenciosos - Parte 1
Enemigos silenciosos
En la naturaleza, hay cosas que se mueven en nuestro medio. Un ejemplo de ello son las enfermedades y las más peligrosas no son aquellas que se muestran con gran poder instantáneamente sino las que permanecen en el anonimato hasta que ya es demasiado tarde o ni siquiera nos damos cuenta. Un ejemplo de ello es la enfermedad de la arteria coronaria, este es un caso en el cual hay acumulación de lípidos (grasas) en las paredes de la misma; que termina produciendo una enfermedad llamada Aterosclerosis que es básicamente cuando los depósitos de placa en las paredes es demasiado y termina produciendo una angina o ataque cardíaco. Lo interesante de ésta enfermedad es que ese proceso para que se acumule tanta placa puede llevar años, y hasta décadas sin ser detectado causando la muerte.
Y así pues, en nuestra vida como seguidores de Jesús también hay muchos enemigos silenciosos, esas cosas que no nos damos cuenta que hay en nuestros corazones o deseamos ignorar porque las consideramos cosas pequeñas, pero ese es el mismo satanás haciendo que nuestra carne lo quiera para ella misma.
De esto tratará la siguiente serie de artículos, donde veremos al menos 3 de éstos enemigos mortales que viven entre nosotros, y son esos parásitos que nos mantienen alejados de vivir una vida en plena comunión con Dios, no porque Dios no pueda librarnos de ello, sino porque nosotros en el fondo los atesoramos.
Todos tenemos al menos un enemigo silencioso que nos corroe por dentro.
A la luz de la palabra, veremos unos cuantos casos de ello.
En este primer artículo, veremos uno de los enemigos silenciosos mas comunes pero el mas ignorado por nosotros los cristianos.
El orgullo
No es algo que no conozcamos como dije antes pero, es algo que está latente en medio de la iglesia, y es una de las cosas que la biblia mas rechaza, aquí les dejo una lista de Proverbios:
Proverbios 21:4, 16:15, 3:7, 6:16-17, 11:2, 25:6-7, 26:12, 27:1, 29:23; y finalmente uno de los versículos más contundentes acerca de el orgullo “La rebelión es tan pecaminosa como la hechicería,y la terquedad, tan mala como rendir culto a ídolos.” 1 Samuel 15:23 NTV.
Toma tu tiempo para leerlos, porque esto abrirá tu mente a una realidad, el corazón humano es orgulloso por excelencia y tú no estás exento de ello como lo menciona Romanos 1:18-32, esa es la humanidad, nuestra naturaleza.
Para Ilustrar cómo el orgullo puede ser condenatorio para nuestra vida, te invito a que leas Daniel 4.
La historia se resume en el orgullo de Nabucodonosor, creyendo que todo le fue dado porque él era grande, “¿No es ésta la gran Babilonia que yo he edificado como residencia real con la fuerza de mi poder y para gloria de mi majestad?”.
La historia se resume en el orgullo de Nabucodonosor, creyendo que todo le fue dado porque él era grande, “¿No es ésta la gran Babilonia que yo he edificado como residencia real con la fuerza de mi poder y para gloria de mi majestad?”.
Su orgullo lo condenó a vivir entre los animales hasta casi el fin de su vida. Claro, tu me dirás que no andas diciendo a voz alta que eres grande entre las naciones, pero en el fondo de tu corazón quieres hacer lo que te conviene, como lo hizo el rey Saúl en 1 Samuel 15. Tristemente esa es la realidad de muchos de nosotros, nuestro orgullo llena nuestras decisiones y por lo tanto nosotros nos creemos Dioses de nuestra propia vida.
Dios no puede trabajar en cambiar tu vida si no estás dispuesto a dejarlo todo (El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. Mateo 10:39), y eso requiere desecharlo todo incluyendo el orgullo.
Muchos escudan su orgullo con una falsa humildad delante de Dios que hasta se escuchan muy espirituales pero en realidad, lo único que hay en sus corazones es orgullo.
Ya que hemos señalado éste enemigo silencioso, nos haremos la pregunta:
Ya que hemos señalado éste enemigo silencioso, nos haremos la pregunta:
¿Cómo lidiar con el Orgullo?
No es una respuesta sencilla, pero todo se resume en cuatro palabras que conllevan un inmenso trabajo:
Rinde todo a Dios.
Esa es la manera más efectiva de lidiar con el orgullo, porque puedes intentarlo de muchas otras maneras pero si no cumplimos esa demanda de Dios a nuestras vidas, nunca lograremos vencer nuestro orgullo. Desde la caída de Adán, el orgullo ha sido parte activa en la humanidad.
Pero el único que lo ha logrado quebrantar ha sido Jesucristo, Él lo logró, venció.
El único que tenía el derecho de tener orgullo de quien era, hizo esto:
5 Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. 8 Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Filipenses 2:5-8 LBLA
Él, lo logró tu también puedes hacerlo, a través de su poder. Pablo lo describe perfectamente en Romanos 7:
21 Me doy cuenta entonces de que, aunque quiero hacer lo bueno, sólo puedo hacer lo malo. 22 En lo más profundo de mi corazón amo la ley de Dios. 23-25 Pero también me sucede otra cosa: hay algo dentro de mí, que lucha contra lo que creo que es bueno. Trato de obedecer la ley de Dios, pero me siento como en una cárcel, donde lo único que puedo hacer es pecar. Sinceramente, deseo obedecer la ley de Dios, pero no puedo dejar de pecar porque mi cuerpo es débil para obedecerla. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, que me hace pecar y me separa de Dios? ¡Le doy gracias a Dios, porque sé que Jesucristo me ha librado!
Sólo él puede hacerte libre, libre de ese enemigo silencioso, mira hacia la cruz, allí está tu esperanza.
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