Cristianismo Pasivo Es Cristianismo Muerto

¿Qué quieres? ¿Qué deseas? ¿Cuál es tu ambición?
¿De verdad quieres saber? Entonces observa tu comportamiento. Haces lo que quieres.
Esta es una psicología muy simple de la motivación. Y es lo que la biblia enseña:
Santiago: La fe sin obras es fe esta muerta. No me digas que tienes fe si la forma en la que vives no refleja lo que dices. (Santiago 2:17-18)
Juan: El amor sin obras esta muerto. No me digas que amas si la forma en la que vives no refleja lo que dices. (1 Juan 3:17-18)
Pablo: Gracia sin santidad esta muerta. No me digas que te deleitas en la gracia de Dios si la forma en la que vives no refleja lo que dices. (Romanos 6:12-14)
Jesús: Discipulado sin obediencia esta muerto. No me digas que soy tu señor si la manera en la que vives no refleja lo que dices. (Mateo 7:21)

Podemos decir lo que suena correcto, pero hacemos lo que en verdad creemos muy dentro de nosotros. Podemos decir lo que suena amoroso, pero hacemos lo que amamos. Podemos hablar lo que suena como el evangelio, pero hacemos lo que es nuestro evangelio. Podemos hablar como un discípulo, pero hacemos lo que nuestro verdadero maestro nos demanda.
Lo mismo es verdad cuando se trata de nuestros deseos: podemos decir lo que deseamos, pero hacemos lo que queremos.
Al final, es nuestro comportamiento el que filtra a la luz lo que está sucediendo detrás de las puertas cerradas de nuestros corazones; y está socavando todo el trabajo duro que nuestras lenguas tratan de mostrar al público.
Es cierto, la vida es compleja. Cuando la biblia normalmente habla en términos de blanco y negro, nos gusta agregar matices a las cosas, o modificarlas a nuestro gusto. Queremos explicar el efecto de nuestra formación familiar, la influencia masiva de nuestras experiencias dolorosas, la dificultad añadida de nuestros trastornos particulares, o lo que nuestra verdadera personalidad revela acerca de nuestras motivaciones. ¡Vamos, empatía! Tenemos razones por las que nuestro caminar no coincide con lo que decimos.
Y bien, Santiago, Juan y Pablo lo entenderían. De hecho, si pudieran, ellos apelarían a las complejidades y dificultades de la vida y el discipulado en el primer siglo:  El trabajo arduo a corta edad, las frecuentes muertes que presenciaron creciendo, la brutalidad de todos los gobiernos, los difíciles y peligrosos viajes, la dificultad de enseñar a los analfabetos, la constante amenaza de muerte por tener que evangelizar, las terribles persecuciones a sus amigos y los martirios que eventualmente experimentaron.
Y si, Jesús nos entiende también. Él nos creó (Juan 1:3). Y él también se convirtió en uno de nosotros (Juan 1:14). Él es más comprensivo con nosotros de lo que creemos (hebreos 4:15). El conoce lo complejos que somos.
Y también sabe lo simple que somos: Hacemos lo que creemos, hacemos lo que amamos, hacemos lo que queremos (Mateo 6:21,24).
¿Quieres cambiar?
¿Qué nos dice Jesús que hagamos? Nos llama a la acción, porque la acción no sólo revela el deseo; lo refuerza.
Primero, Jesús nos llama a arrepentirnos (Marcos 1:15). El arrepentimiento no es mero remordimiento. El arrepentimiento es cesar el comportamiento pecaminoso, y comenzar a comportarse de manera consistente a los deseos de Jesús. Juan el Bautista llamó a estos los frutos del arrepentimiento (Lucas 3:8). El arrepentimiento puede ser más que un cambio en el comportamiento, pero no es menos.
Segundo, Jesús nos llama a creer (Marcos 1:15, 9:23). Para Jesús, creer nunca es un simple asentimiento intelectual a un credo. Siempre implica y requiere acción. La declaración de Santiago de que la fe sin obras está muerta, está respaldada por toda la Biblia. Si crees en Dios, harás lo que él dice (Mateo 7:21, Juan 14:15).
Tercero, Jesús nos llama a seguirlo (Juan 10:27). Seguir a Jesús es una vida de querer más de Jesús. Es un llamado a renunciar a todo (Lucas 14:33). No nos pertenecemos a nosotros mismos; somos suyos (1 Corintios 6: 19-20). Nuestras vidas se convierten en una búsqueda activa del reino de Cristo por delante de todo lo demás (Mateo 6:33).
 Esta charla de acción puede ser malentendida y maltratada, porque siempre ha sido así. No, no somos salvos por nuestra conducta, sino por la gracia de Dios (Efesios 2:8).
Pero Jesús nos llama a recibir esta gracia mediante el ejercicio de la fe. El hace esto porque (1) nuestro comportamiento es la manifestación externa de nuestros verdaderos deseos internos, y (2) nuestro propio comportamiento se convierte en un medio de gracia santificadora. "Si vosotros sabéis estas cosas, bienaventurados sois si los hiciereis" (Juan 13:17). 
Hazlo tu ambición.
El cristianismo está en guerra contra la pasividad y la inacción. Nuestra fe sin obras está muerta. La vida eterna debe ser tomada en cuenta. Entonces:
¿Qué deseas? ¿Cuál es tu ambición? Por el amor de Dios, sé ambicioso. Por supuesto, evita la ambición egoísta como el infierno (Santiago 3: 14-15). Pero que sea como la de Pablo, que hizo llegar a los no alcanzados su gran ambición (Romanos 15:20)
Hagan que el reino de Cristo y su santo llamamiento a ustedes sean grandes ambiciones en la iglesia en la cual él los colocó, y a las personas que él nos ha llamado a amar, y el trabajo que te ha dado para hacer, y el pecado que él te ha llamado a vencer, y a las debilidades que él te ha permitido luchar, y al sufrimiento que te ha llamado aguantar.
Haz lo que Jesús dice. Haz lo que sea necesario para querer lo que es correcto. Y luego, con ese nuevo corazón, haz lo que quieras.


Traduccion de "passive christianity is dead christianity". Originalmente escrito por: Jon Bloom en www.desiringgod.org

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